domingo, 26 de octubre de 2008

DE COMO ENTRÓ EL IMPERIO EN CRISIS

CAPITULO I

En mi anterior publicación hice un esbozo sobre la "crisis del Imperio", pero no profundicé en las causas ni en las repercusiones; me centré principalmente en otras "crisis" que tenían más que ver con la "ida de olla" del pueblo (consecuencia sin duda alguna de la quiebra producida en las economías domésticas, y claro, cuando nos tocan el bolsillo y no hay nada para echarse a la boca, al final termina afectando al coco) , pero sin embargo dejé de lado la génesis del problema que generó la imperial crisis que nos ocupa, que muchos pensarán que pudiera haberse provocado por los ingentes gastos habidos en las últimas campañas llevadas a cabo en las conquistas del Imperio, como la de Germania o la realizada con gran despliegue de medios bélicos entre el Tigris y el Eufrates, por ejemplo; pero nada más lejos de la realidad y voy a tratar de explicarlo a continuación, tal cual lo expuse recientemente en el Senado con la ayuda de mis consejeros y expertos en la tesorería del Imperio, con el fin de que todos los ciudadanos puedan entenderlo:

Resulta que durante años, los tipos de interés vigentes en los mercados financieros de las distintas Provincias del Imperio han estado muy bajos y dado este escenario, las entidades bancarias que operan en todo el territorio han visto reducido su negocio al ver que sus márgenes se estrechaban. Como consecuencia de ello daban préstamos a tipos de interés bajos y pagaban "algo" por los depósitos de sus clientes (cero si el depósito estaba en cuenta corriente y si además cobraban comisiones de mantenimiento, pagaban "menos algo"); pero con todo, el margen de intermediación (tipo de interés cobrado por los préstamos menos tipo de interés pagado por los depósitos) cada vez era más pequeño.

De pronto, a alguien, en la capital del Imperio, se le ocurrió que los bancos tenían que hacer dos cosas: la primera, dar préstamos más arriesgados (por los que podrían cobrar más intereses) y la segunda, compensar el bajo márgen aumentando el número de operaciones (1.000 x poco es más que 100 x poco).

En cuanto a la primera cosa (dar préstamos arriesgados), ese alguien decidió que había que ofrecer hipotecas a un perfil de clientes con bajos ingresos (trabajadores temporales - sin bienes o propiedadades inscritas a su nombre-, o incluso desempleados con la sola garantía del cobro del subsidio, etc.) y cobrarles más intereses, porque lógicamente había más riesgo. Seguidamente y aprovechando el boom inmobiliario que en esas fechas se extendía por todo el Imperio, presa del entusiasmo generado, se decide conceder créditos hipotecarios por un valor superior al valor de la casa que compraba este tipo de cliente, porque en el referido boom inmobiliario, esa misma casa en pocos meses valdría más que la cantidad concedida en el préstamo (a este tipo de hipotecas se le llamaron "subprime" o basura, es decir, aquellas que tienen un elevado riesgo de impago, siendo las hipotecas "prime" las que por el contrario tienen poco riesgo).

Además, como la economía del Imperio iba muy bien, el deudor hoy insolvente podría encontrar trabajo y pagar la deuda sin problemas. Este planteamiento funcionó bien durante algunos años, ya que durante ese tiempo el tipo de clientes del que hablamos venía pagando los plazos de su hipoteca y además como les habían dado más dinero del que valía su casa, se habían comprado un coche nuevo, también se habían ido de vacaciones con toda la familia y se habían permitido una serie de caprichos que ni siquiera ellos mismos se habrían planteado antes bajo ningún concepto.

En cuanto a la segunda cosa que comentábamos en el tercer párrafo (aumento del número de operaciones), como los bancos iban concediendo muchos créditos hipotecarios, se les iba acabando el dinero y empezaban a tener los primeros problemas de liquidez; pero esto tenía una solución muy fácil: por ejemplo, si un ciudadano de La Galia deposita su dinero por la mañana en el Banco Central de la Provincia, puede estar esa misma tarde en Roma (capital del Imperio como todo el mundo sabe), porque allí existe otra entidad bancaria al que su banco le ha prestado su dinero, para que a su vez esa misma entidad se lo preste a un cliente destinatario de hipoteca "subprime". Por supuesto, el de Roma no sabe que el dinero le ha llegado desde La Galia, y el ciudadano de esta Provincia, que por la mañana depositó su dinero en una entidad seria y de confianza como es su banco, tampoco sabe que su dinero comienza a correr un cierto riesgo; pero es que el director de la oficina bancaria de La Galia, que presume de trabajar para una importante entidad de gran prestigio, tampoco tiene ni la más remota idea de toda esta movida, como tampoco tiene conocimiento ni tan siquiera el presidente de dicha entidad, que sólo sabe que una parte de sus activos están invertidos en un importantísimo banco de la capital del Imperio. La globalización tiene sus ventajas, pero también sus inconvenientes y sus peligros. Los ciudadanos de La Galia no saben que están corriendo un riesgo en Roma y cuando empiezan a ver en las noticias de la prensa que en la capital del Imperio se están concediendo hipotecas basura ("subprime"), comentan: "¡Que locuras hacen estos romanos!".

Además, resulta que existen unas normas dictadas por el Senado, que exigen a los bancos de todo el Imperio que tengan un capital mínimo en relación con sus activos, es decir que el capital no sea inferior a un determinado porcentaje de esos activos. Entonces, si el banco que comienza a tener falta de liquidez está pidiendo dinero prestado a otros bancos para dar muchos créditos, el porcentaje del capital sobre los activos baja y como consecuencia no cumple con las normas establecidas.

Así que dadas las circunstancias y tal y como está el panorama, hay que inventar algo nuevo. Y eso nuevo se llama "Titulización": el banco de la capital del Imperio (Roma) "empaqueta las hipotecas "prime" y "subprime" en paquetes que se llaman "MBS" (en el idioma actual del Imperio "Mortgage Backed Securities", o sea, en romano para que nos entendamos, "Obligaciones Garantizadas por Hipotecas"). Es decir, donde antes tenía 1.000 hipotecas "sueltas" dentro de la cuenta de "créditos concedidos", ahora tiene 10 paquetes de 100 hipotecas cada uno, en los que hay de todo, bueno ("prime") y malo ("subprime"), como en la viña del Señor.

Después, el banco de la capital del Imperio va y vende rápidamente esos 10 paquetes para sanear su balance y ¿quien los compra? Pues resulta que el banco de la capital del Imperio crea unas entidades filiales (llamadas "conduits", que no son sociedades sino "trust" o fondos); así que de repente aparecen dos tipos de entidades: el superbanco de Roma (con la cara limpia) y El Coliseum Trust Corporation, que ya ha colocado en sus activos los 10 paquetes de hipotecas que le ha vendido su casa matriz. Si cualquier persona que trabaja en el banco de la Provincia de La Galia, desde el presidente al director de la oficina supiera algo de esto, con toda seguridad se buscaría rápidamente otro empleo y mientras tanto, los supuestos expertos hablan en la prensa financiera de las inversiones internacionales sin tener la más remota idea de lo que están diciendo (vamos que no se lo creen ni ellos).

Fin del CAPITULO I (continuará).

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