
Recientemente he terminado de leer una novela histórica del escritor paquistaní Tariq Alí titulada "A la sombra del granado", que me ha llamado especialmente la atención por su narrativa apasionante y estremecedora y en la que se desgrana la historia de los musulmanes granadinos a través de los avatares de una familia morisca, que tras la conquista cristiana de su Reino en 1492, intentaron continuar conviviendo con sus conquistadores hasta que éstos terminaron de imponer su ley, primeramente con cierta sutileza y miramientos y finalmente utilizando todos los medios y recursos de los que disponían hasta lograr sus objetivos.
Hecha esta pequeña introducción voy a tratar de contar la historia de esta tragedia, que tantos ríos de tinta ha provocado a lo largo de los siglos y que comenzó con ríos de lágrimas y sangre.
Me gustaría iniciar esta crónica con la reproducción de un romance del siglo XVI titulado "¡Ay de mi Alhama!", escrito por un poeta anónimo que quiso rendir homenaje al pueblo de Alhama, que fue tomado por las tropas cristianas en 1482, dando comienzo de esta manera el derrumbamiento progresivo de la hegemonía musulmana que culminaría con la Toma de Granada 10 años más tarde:
"Paseábas


Allí habló un moro viejo, de esta manera hablara: ¿Para qué nos llamas, rey, para qué es esta llamada? ¡Ay de mi Alhama! Habéis de saber, amigos, una nueva desdichada; que cristianos de braveza ya nos han ganado Alhama. ¡Ay de mi Alhama! Allí habló un alfaquí de barba crecida y cana: ¡Bien se te emplea, buen rey; buen rey, bien se te empleara! ¡Ay de mi Alhama! Mataste los Bencerrajes, que eran la flor de Granada; cogiste los tornadizos de Córdoba la nombrada. ¡Ay de mi Alhama! Por eso mereces, rey, una pena muy doblada, que te pierdas tú y el reino, y aquí se pierda Granada. ¡Ay de mi Alhama!

La denominación de "morisco" fue utilizada por los llamadas cristianos viejos (los conquistadores de Al-Andalus) en sentido peyorativo para referirse a los musulmanes que se habían convertido al cristianismo (prácticamente en su totalidad forzados a ello si querían continuar conservando sus propiedades y pertenencias, renunciando por tanto a sus tradiciones, lengua y religión) y que fueron también llamados cristianos nuevos.
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El 23 de septiembre de 1609 se proclamó en Valencia la "pragmática de expulsión" (las pragmáticas eran leyes promulgadas por las autoridades competentes, que se diferenciaban de los Reales Decretos en las fórmulas de su publicación) proveniente del Real Decreto por el que el monarca tachaba de herejes, apóstatas y traidores a los moriscos y en particular se les acusaba de conspirar con los otomanos para urdir un plan de invasión del Reino de España, circunstancia que nunca llegó a probarse. En el edicto de expulsión se les instaba a abandonar el Reino en un plazo de tres días bajo pena de muerte. En este brevísimo espacio de tiempo, los moriscos y sus familias debían dirigirse a los puertos de mar que les indicaran los comisarios que tenían asignados. Debían abandonar sus hogares y dejarlos a disposición de las autoridades (quienes confiscaron todas sus propiedades) y no se les permitió llevar consigo más pertenencias que las que pudieran transportar por sí mismos. Pasados los tres días, se autorizaba a c

Para que esta deportación masiva culminase, primero tenían que llegar a puerto los moriscos que procedían de todos los territorios del Reino, y es en esta empresa en la que los infelices corrían sus m







En 1499 se inicia un cambio de política religiosa en Granada, forzando a realizar conversiones masivas de los musulmanes granadinos por el Cardenal Cisneros, quien ese mismo año ordena la quema de miles de libros de ciencia, religión, arte, etc. escritos en árabe en una emblemática plaza de la ciudad de Granada, llamada Bibrrambla. Al año siguiente se produce una rebelión en el Albaycín contra la política iniciada por Cisneros, que es aplastada y por consiguiente los rebeldes son sometidos y obligados a acatar dicha política.
En 1501 se publica una "pragmática" ordenando la conversión forzosa de los musulmanes granadinos y el 20 de julio de ese mismo año se prohíbe a los moriscos castellanos que puedan trasladarse al antigüo Reino de Granada.
El 14 de febrero de 1502 se proclama una "pragmática" por la que se ofrecía a los musulmanes castellanos la alternativa de ser bautizados o exiliados en su defecto. A los tres días de ese edicto, se produce la prohibición de que abandonen el Reino (contradiciendo la anterior amenaza de exilio), forzándoles a convertirse sin otra elección o en caso contrario serían declarados herejes y sus bienes y hasta sus propias vidas podrían ser arrebatados.
En 1525,


En 1554 el sínodo de Guadix promueve una serie de medidas de represión para la eliminación de cualquier signo cultural o tradicional que distinga a los moriscos de los cristianos viejos: como la prohibición de expresarse (oralmente o por escrito) en lengua árabe o practicar las costumbres arraigadas en la cultura morisca (nombres de personas, vestimenta, fiestas populares y religiosas, baños públicos, etc.). También se recogía en el referido sínodo que los hijos de moriscos notables serían trasladados a Castilla y educados allí, fuera del alcance de su ámbito familiar.
En 1567 se publica la "pragmática" por la que se prohibía definitivamente los usos, costumbres y prácticas relacionadas con el mundo musulmán. Esta circunstancia provocaría, por ejemplo, que al ser ilegales los contratos y documentos públicos redactados en árabe, multitud de propiedades quedarían sin dueño "legal" y por tanto las mismas pasarían a manos de nuevos propietarios cristianos, fundamentalmente por los corruptos funcionarios judiciales que llevaban los casos de expropiación que provocaban estas circunstancias, que para conseguir estos fines ejercían el tráfico de influencias y la prevaricación.
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Los escasos moriscos granadinos de élite que aún quedaban intentan a la desesperada hac

En el año 1596 surge una crisis económica sin precedentes en el Reino y se declara la quiebra nacional. Como consecuencia de esta grave circunstancia, los responsables públicos del Tesoro comienzan a fundir moneda con aleaciones de mala calidad; los moriscos son acusados de falsificar moneda para adulterar el mercado y se les culpa de haber provocado esta crisis.
El 30 de enero de 1608, el Duque de Lerma, de gran influencia por parentesco con la alta nobleza valenciana, convence a los consejeros reales para hacerles ver que es necesario llevar a cabo una expulsión masiva de los moriscos de todo el Reino.
El día 9 de abril del año 1609, el Consejo Real toma la decisión de expulsar masivam

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El 18 de enero de 1610 se hace público un pregón en Sevilla por el Marqués de San Germán en el que se proclama la expulsión de los moriscos andaluces y murcianos. Seis días más tarde comienza la expulsión en Castilla y el 17 de abril del mismo año se inicia la expulsión en Cataluña. Posteriormente, el 29 de mayo, también se inicia la expulsión en Aragón y el 10 de julio comienza la de Extremadura y La Mancha.
La gran mayoría de los moriscos se resignaron a su suerte, no sin causar compasión en algunos de sus vecinos cristianos viejos, que decían: "Todos lloraban y no hubiera corazón que no enterneciera ver arrancar tantas casas y desterrar tantos cuitados".

Fuentes consultadas: web materialesdehistoria.org (coordinación del historiador José Mª Perceval Verde); revista "Historia" de National Geographic (núm. 67); web club.telepolis.com (artículo del investigador Andrés Ortolá Tomás) y Wikipedia.